Perros guardianes de vida para personas con diabetes y autismo
Laura y Ramón (nombres ficticios) llevan casi un año sin dormir bien. En septiembre de 2010 su hija Verónica, que tenía entonces 10 meses, fue diagnosticada con diabetes tipo I y tienen que hacerle controles nocturnos dos veces, incluso cada hora y media si el bebé está inestable.
Ramón explica que "la diabetes es un plus a las responsabilidades de la paternidad, tienes que tomar constantemente decisiones médicas sobre dosis de insulina, pruebas de glucemia y pautas de alimentación. Tenemos que velar por ellos las 24 horas del día".
“No dormir es muy duro, que la salud de tu hijo dependa de ti constantemente, también. En muchos sentidos”, corrobora Laura.
El primer perro entrenado para detectar hipoglucemias en España
Robin es un chucho de tamaño mediano. Un cruce de labrador y bretón de rostro despierto y con el rabo cortado. Casi un cachorro. Su parte de labrador le aporta ganas de complacer, capacidad de aprendizaje, sociabilidad… La parte de bretón, un olfato fuera de serie y un carácter más activo.
¿Qué tienen en común los tres humanos del primer párrafo y este perro? Más de lo que parece; su fino olfato le permite detectar las peligrosas bajadas de azúcar en sangre (hipoglucemias) que pueden hacer que un diabético entre en coma e incluso muera si no recibe atención inmediata.
Rosa Yelmo es enfermera de diabetología infantil en el hospital Ramón y Cajal de Madrid. Entre ella y una compañera atienden a casi 400 niños (y a sus familias) de toda España con diabetes de tipo 1. Rosa destaca que "el riesgo de las hipoglucemias es aún mayor en los niños, ya que se están formando a nivel neuronal y el azúcar es imprescindible en ese proceso".
La Fundación Bocalán, referencia internacional en perros de terapia y asistencia que opera en varios países, es la primera y única en España adiestrando estos perros.
En estos momentos está preparando a tres, pero Robin es el alumno más adelantado. Será el primer perro de asistencia para diabéticos en España. Algo que empezó Medical Detection Dogs, en Inglaterra, con perros capaces incluso de olfatear el cáncer.
¿Cómo aprenden a detectar el azúcar en sangre?
Robin desaparece de la estancia y sus entrenadores extraen una gasa que contiene sudor, saliva y aliento de su futuro dueño recogida con hipoglucemia. Introducen la gasa, sin tocarla para no contaminarla, en una bolsa de plástico que a su vez envuelven en una toalla. Esconden la toalla dentro de una caja y comienza el juego de los trileros.
Hay tres cajas, alguna incluso con una comida apetitosa, Robin entra, las olfatea y en cuestión de segundos está ladrando frente a la caja correcta.
“¡Muy bien Robin!”, le felicitan con entusiasmo y juegan con él. El cachorrón vuelve a desaparecer y las cajas se mueven. Nueva entrada estelar y nuevo acierto. "Es un fuera de serie", comentan.
“El proceso de entrenamiento es bastante complejo: se utilizan muestras del futuro usuario con diferentes niveles de azúcar en sangre y entrenamos a los perros para que detecten hipoglucemias. Después se pasa a entrenarlo sobre la persona”, explica Teo Mariscal, director de la Fundación Bocalán y maestro de adiestradores.
Estos perros están atentos todo el día y se despiertan cada tres o cuatro horas. “¿Cómo conseguimos que los animales detecten por la noche? El entrenador se pone el despertador, el perro detecta y se va a dormir otra vez. De esta manera el organismo del animal lo interioriza y se va a levantar, si no detecta nada volverá a dormir”.
¿Y qué hace después de ladrar? Según Mariscal, lo que el dueño quiera: “ que vaya a avisar a los padres, que apriete un pulsador, que ladre, otros que son usuarios adultos y se sienten aturdidos lo que necesitan es un estímulo muy fuerte como que el perro salte y les empuje con las patas para hacerles reaccionar”.
Para niños y para adultos
“Si tienes un niño con diabetes y te estás planteando tener un perro, ¿qué mejor que uno así?. Pero yo lo veo más útil para un adulto, para los diabéticos vivir solos es muy arriesgado y puede darles mucha seguridad. Muchos por miedo a las hipoglucemias tienden a mantener niveles muy altos de azúcar pese a que les perjudica”, explica Laura.
Teo Mariscal reconoce que “la mayoría de los perros que se entregan en el extranjero son para adultos” y que estos animales no sustituyen un correcto control humano.
Laura y Ramón han apostado por la tecnología. Su hija va a llevar un sensor junto a una bomba de insulina que sustituye a las inyecciones de insulina (en niños tan pequeños no hay bolis y toca tirar de jeringa y diluciones con la precisión de un desactivador de explosivos). El sensor, que la Seguridad Social no cubre, alerta e incluso puede interrumpir el suministro de insulina de la bomba.
En este caso la tecnología sí ejerce de perro guardián, aunque de una forma más intrusiva. Y como apunta Ramón además, "el perro es capaz de actuar después de detectar una alarma y el sensor únicamente pita".
Rosa Yelmo, que conoce como pocos el día a día y la problemática de la diabetes en niños, cree que, sin eliminar el control paterno, puede ser un buen compañero para estos niños: "No elimina el hacer los controles del dedo. Ni siquiera el sensor, que lo que mide son las tendencias, evita esos controles. Pero supone una seguridad extra. Por otra parte lo veo especialmente útil para personas muy mayores".
Perros de asistencia para niños con autismo
Los perros de asistencia van mucho más allá de la clásica imagen del perro guía del ciego o de aquel que acompaña a una persona en silla de ruedas.
Robin es un buen ejemplo de ello, pero no es el único. Otra prueba viviente y cuadrúpeda de cómo se va ampliando el universo de los perros de asistencia según se conocen más y mejor distintas enfermedades y trastornos es Melchor.
Es un labrador puro (incluso ha sido campeón nacional de belleza) de siete años, dorado, tranquilo y robusto, adiestrado para ser perro de asistencia de niños con autismo.
Es frecuente oír hablar de terapia con perros (también con caballos, delfines e incluso leones marinos) para conectar con estos niños, para enseñarles a jugar y motivarles en distintos aprendizajes. Pero Melchor es más que eso.
Melchor según Teo Mariscal “puede evitar conductas de fuga. Trabaja sobre las conductas de oposición: por ejemplo si se tiran al suelo el perro les chupa la cara y genera una incomodidad divertida que hace que se levante. Ayuda en seguridad vial, ya que se para a un metro de los bordillos. También mejora los patrones de sueño. El perro se acuesta al lado y le proporciona una presión que calma”.
Una reciente encuesta hecha a nivel nacional en EE UU concluía que alrededor del 50% de los niños con autismo y una edad comprendida entre 4 y 10 años intentan fugarse. Y es causa de gran angustia para muchos padres ya que los accidentes de tráfico y las desapariciones son relativamente frecuentes. No hay que olvidar que muchos niños con autismo no pueden hablar, nunca se acercarán a un desconocido a pedir ayuda y su aspecto físico es el de un niño sin discapacidad. Por eso muchos padres, sobre todo tras un primer susto, optan por utilizar caros sistemas de seguimiento por GPS.
Jaime tiene cuatro años y autismo. Está un poco nervioso en ese lugar nuevo lleno de perros, adultos que no conoce y cámaras. Le ponen un cinturón en la cadera que se comunica mediante una correa a Melchor para hacer una demostración de lo que es el anclaje. Es la primera vez. Sorprendentemente es casi instantáneo que comience a caminar tranquilamente junto al perro. Ni siquiera intenta fugarse. Las pocas veces que lo hace la tensión de la correa invita a Melchor a sentarse con suavidad frenándole.
"Lo ha cogido enseguida y además le está gustando", dice su madre. "Nosotros tenemos que llevarle siempre cogido de la mano. No le puedes soltar nunca por miedo a que salga corriendo. Eso hace que solo tengas una mano operativa. Pero lo peor es que sus abuelos casi no pueden ya salir con él: tiene tanta fuerza que ya les ha tirado alguna vez".
Pero estos animales no pueden ayudar a los adultos con autismo. “En las conductas de bloqueo, un perro controla un niño, pero va a ser muy difícil que controle a una persona de 30 años que pesa 80 kilos”, explica Mariscal.
A todas partes, salvo a los colegios
Un perro de asistencia puede pasar a cualquier sitio con muy pocas excepciones. Una de ellas son los colegios. Hay algunas CCAA en las que no está descrito y cada centro decide; en otras específicamente se eximen de esa obligación.
“Y yo lo entiendo”, dice Teo Mariscal: “si es un colegio muy especial con un número de alumnos muy pequeño sería mejor que el perro le acompañase, pero si es un colegio muy grande con muchos alumnos puede ser un elemento de estrés. A la larga probablemente beneficiaría, pero los primeros meses iba a causar mucho revuelo que muchos centros no están dispuestos a asumir”.
¿Cómo se consigue uno de esos perros?
Para entregar un animal en la Fundación Bocalán se valora tanto la necesidad real de tener al perro como la motivación de la familia. Son muy valiosos, en todos los sentidos.
“En principio los perros están subvencionados, pero no por ningún ente estatal. Entrenar un perro de este tipo supone 15.000 euros y procuramos que las familias no tengan que pagarlo porque no sería justo. No queremos establecer dos tipos de personas con discapacidad” cuenta Teo Mariscal.
La vida de un perro de asistencia
Mariscal explica lo que es su proceso vital: “Es socializado en una familia, después se le entrena en obediencia uno o dos meses y luego en las habilidades específicas. Un entrenamiento estándar ronda los seis u ocho meses. El proceso de acoplamiento con el dueño, unos 20 días".
Alguien de Bocalán acude cada tres meses a visitar a la familia, tanto para dar las instrucciones necesarias como para supervisar su operatividad, la salud del usuario y el bienestar psicológico y físico del animal. A partir de los 8 o 9 años se empieza a valorar su estado. La media de edad de retiro está en los 10 años.
Cuando eso sucede se puede quedar con la familia, que lo puede mantener junto al nuevo perro, y si no es posible la Fundación Bocalán le encuentra un buen hogar. “Muchas veces son las familias que los tuvieron de cachorros y así se cierra el círculo de una manera muy bonita”, cuenta Teo Mariscal sonriendo.// 20minutos.es
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