Ser mujer hoy: Significado y oportunidades
En estos tiempos la pregunta parece casi anacrónica. ¿Es que hay alguna diferencia además de la biológica? Existen cada vez más mujeres que se comportan como hombres y más hombres que quisieran ser mujeres. En un tiempo de grises ¿hay lugar para la definición?
Algunos me dirán que estamos en igualdad de condiciones, pero ¿somos iguales? Es verdad, ahora hay mujeres colectiveras, futbolistas, policías y hasta presidentes (se dice “la presidente”, señora) y me parece maravilloso. Pero me pregunto: ¿somos iguales? A simple vista parecería que sí, pero escarbando un poco resulta que no: a las mujeres (que ocupan estos espacios) se les perdona menos y se les exige más. No les está permitido: dudar, sentir, estar tristes, tener un “mal día”, emocionarse… es decir, a estas mujeres se les exige que sean “hombres”.
Creo que todo es cuestión de percepción. Las mujeres han ganado espacios en el mundo laboral, político, social… y a la vez han perdido mucho.
Sobre modelos y vivencias
Me arriesgaría a decir que no existe un único “modelo de mujer”, pues este lo heredamos de nuestras propias madres. Lo que es importante para una, puede no serlo para otra. Esto me hace reflexionar sobre lo que les estamos legando a nuestros propios/as hijos/as.
Antes los niños/as veían a su mamá cocinando, limpiando, planchando, ayudándolos con las tareas. La infancia estaba rodeada de olores, sensaciones, gestos y miradas. Hoy, los niños crecen generalmente en un ambiente más caótico y organizado a la vez. Llenos de horarios y responsabilidades (inglés, francés, natación, hockey…) pero con muchas inseguridades emocionales y serias fallas en el proceso de los límites. Muchos de ellos se crían con las “nanys” y “hacen su voluntad” como si de pequeños dictadores se trataran, o con el “chupete electrónico” aprendiendo cosas que no entienden, pero repiten como loros.
La comida casera se reemplazó por el delivey o los congelados; la limpieza y el planchado se delegó en alguna o algunas empleada/s, los tiempos de “compartir” se volvieron culposos, llenos de regalos y salidas.
Las niñas veían y aprendían de su mamá mientras la ayudaban a hacer algún platillo delicioso (con receta de la abuela o la bisabuela), hoy las niñas aprenden a hacer “shopping” , a usar cremas o hacer “gym”. Aprenden antes de tiempo “la importancia” de ser flacas, hacer dieta, tener hambre… aunque otras están flacas y tienen hambre, porque no tuvieron las mismas oportunidades o porque nacieron en lugares menos “propicios” para el derroche.
El otro día en el mercado escuché el comentario de una nena de … ¿10 años? hablando acerca de las calorías de un postre, y diciéndole a la abuela que prefería “este otro que es diet”.
Así estamos.
Lo que en un inicio fue la panacea femenina, se transformó poco a poco en nuestra nueva cárcel. De la cocina, pasamos a la oficina; de los pañales, al shopping; de la plaza al after. Espero que me comprendan, no estoy afirmando que “todo tiempo pasado fue mejor”, sino que por querer huir de una realidad que nos oprimía, pasamos a formar parte de otra, que nos terminó oprimiendo igual.
Replanteos y sinceridades
¿Qué es ser mujer? Hoy más que nunca y a pesar de todo, creo que es una pregunta que nos tendríamos que hacer, para evitar dolores en el futuro. La mujer, como tal, tiene una forma de sentir, de decir, de hacer, de pensar particular; sea por las hormonas o por un propósito mayor a nosotras mismas.
Creo que tenemos la posibilidad de elegir. Hoy más que nunca tenemos que detenernos y reflexionar sobre nuestras elecciones. ¿Qué nos motiva? ¿Cuál es nuestro anhelo? ¿Qué estamos dispuestas a sacrificar por nuestros sueños?
Salir de la trampa de la imagen, de lo que se espera de nosotras, dejar de ser espejos. Si antes estaba mal visto que una mujer eligiera estudiar en vez de dedicarse a tener una familia, hoy es exactamente al revés. ¿Cuál es entonces la diferencia? ¿Qué nos define?
¿Un trabajo nos define? ¿Una cacerola nos define? ¿Un pañal nos define? ¿Una carrera nos define? ¿Una cartera nos define?
Ser mujer es una vivencia intima y única. Nuestra forma de desear, de sentir, de proyectar futuro debería ser la forma de definirnos, más allá de los roles que nos toquen vivir. Nuestra forma de contener, de nutrir, de escuchar, de ver el mundo, es algo que nos pertenece y que trasciende a la moda.
Si la tan anhelada “igualdad” nos lleva a convertirnos en alguien que detestamos ser; si para permanecer en un ambiente de hombres, debo perder mi identidad… la igualdad es una ilusión.
Creo que existen condiciones para poder cumplir nuestros sueños, sean cuales fueran. Nuestra misión histórica difiere de la de nuestras abuelas o madres. En un mundo en el que la mujer vota, gobierna, administra, etc. la prioridad se ha vuelto otra: lograr un equilibrio entre nuestros mundos exterior e interior; entre nuestros deberes y nuestros deseos. Encontrar un espacio para ser honestas con nosotras mismas. Aprender a querernos y respetarnos tal y como somos.
Entonces, el deber ser es parte de nuestra elección, no de una moda o un mandato social. Somos nosotros, con nuestra conducta los que forjamos nuestro futuro.// Tu Remanso
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