Razones por las que no decir adiós a la mascarilla tras la vacuna
Expertos alertan de la pertinencia del que, hasta ahora, ha sido el principal escudo contra el virus cuando empiecen las campañas de vacunación en todo el mundo
La vida ya no se entiende sin mascarilla. Aunque este complemento ha sido el principal cortafuegos contra el virus en lo que llevamos de pandemia, el halo de esperanza que deja la llegada de las primeras vacunas podría provocar cierta relajación en su uso. Sería un grave error. Te explicamos las razones por las que aún tendremos que esperar algún tiempo para descubrirnos la parte inferior del rostro.
1. La inmunidad de rebaño tardará en llegar
Aunque con la llegada del 2021, también llegarán las primeras vacunas a gran parte de los países -entre ellos España-. El plan de vacunación establece que los primeros en recibir «el pinchazo» serán los grupos más vulnerables: los ancianos que viven en residencias y sus cuidadores, después los médicos y enfermeros que trabajan en primera línea y las personas dependientes.
Los siguientes que podrán acceder a la vacuna serán los mayores de 70 años y enfermos crónicos. Para obtener ese ansiada «inmunidad de rebaño» -que se consigue al haber vacunado a un 70 por ciento de la población- serán necesarios varios meses de campaña. Se espera que con la llegada del verano ya se podría haber vacunado a este porcentaje, pero hasta entonces, la mascarilla es una herramienta de protección indispensable.
2. La vacuna evita que enfermes, pero no que contagies
«Mucha gente piensa que una vez que se vacunen ya no tendrán que usar mascarilla», dijo Michal Tal, inmunóloga de la Universidad de Stanford en declaraciones al New Tork Times.
Las vacunas contra el coronavirus se inyectan en lo profundo de los músculos, donde estimulan al sistema inmunológico para que produzca anticuerpos. Algunos de estos anticuerpos se alojarán en las mucosas nasales. No obstante, aún no está claro qué cantidad de la reserva de anticuerpos puede ser movilizada o con qué rapidez.
Si la respuesta en la nariz de esos anticuerpos no es elevada, el virus podría alojarse en la nariz e infectar a otros al exhalarse o estornudar. Por lo que la mascarilla se perfila como una protección necesaria, aún habiendo recibido la vacuna, pues el individuo podría seguir contagiando el coronavirus.
«Prevenir una enfermedad grave es más fácil, prevenir una enfermedad leve es más difícil, y prevenir todas las infecciones es lo más difícil», dijo Deepta Bhattacharya, inmunólogo de la Universidad de Arizona, en declaraciones al periódico norteamericano.
3. La incógnita de los test de antígenos
Los test rápidos de antígenos también tardarán en extenderse a nivel global y en llegar al grueso de la población, retrasando la «seguridad» de tener la foto en el momento que aportan estos test. La Comunidad de Madrid quiere poder empezar a hacer estas pruebas en las farmacias , aunque el Ministerio de Sanidad aún está estudiando la propuesta.
El fin de la pandemia no llegará con la vacuna. No será una revolución, será una evolución. Una herramienta más para luchar contra el virus. Mientras tanto, no podemos desprendernos de las herramientas de las que disponemos.// ABC
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