Hiperactividad. ¡Auxilio, mi hijo no se queda quieto!
Los niños hiperactivos se mueven, juegan, corren, saltan, hablan, leen, miran televisión... pasan de una actividad a otra en cuestión de segundos. Su capacidad de concentración es menor que la de los adultos y su energía vital es impresionante.
Cuando esta dificultad se acompaña con actividad constante y reacciones impulsivas, se llama Desorden de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH, por sus siglas en inglés), indica la psicóloga Claudia Tórrez.
¿Qué es?
Es un trastorno de causa poco clara, probablemente con la intervención de factores genéticos y ambientales, en el que existe una alteración a nivel del sistema nervioso central, manifestándose mediante un aumento de la actividad, impulsividad y falta de atención, y asociándose con frecuencia a otras alteraciones.
Para la psicóloga Ana Rosario Calvo la hiperactividad es un trastorno de la conducta de los niños, descrito por primera vez en 1902, por Still. “Se trata de niños que desarrollan una intensa actividad motora, que se mueven continuamente, sin que toda esta actividad tenga un propósito. Van de un lado para otro, pudiendo comenzar alguna tarea, pero la abandonan rápidamente para comenzar otra, que a su vez vuelven a dejar inconclusa. Esta hiperactividad aumenta cuando están en presencia de otras personas, especialmente con las que no mantienen relaciones frecuentes. Por el contrario, disminuye la actividad cuando están solos”, explica.
Síntomas
Claudia dice que algunos de los síntomas de un niño hiperactivo son: dificultad en mantenerse sentado, distracción constante por cosas irrelevantes, contesta preguntas antes de terminar de formularlas, dificultad para seguir instrucciones, cambia de actividad antes de terminar, habla constantemente, interrumpe a otros, sin tiempo de escuchar, pone poca atención a los detalles, comete errores por descuido en el colegio, malos resultados en el estudio o en el trabajo, extravía objetos necesarios para tareas o actividades (juguetes, ejercicios escolares, lápices, libros o herramientas).
Perfil de un niño hiperactivo
Según Still, estos niños son especialmente problemáticos, poseen un espíritu destructivo, son insensibles a los castigos, inquietos y nerviosos. También son niños difíciles de educar, ya que pocas veces pueden mantener durante mucho tiempo la atención puesta en algo, con lo que suelen tener problemas de rendimiento escolar, a pesar de tener un cociente intelectual normal.
Además, agrega Ana Rosario, son muy impulsivos y desobedientes, no suelen hacer lo que sus padres o maestros les indican, e incluso hacen lo contrario de lo que se les dice. Son muy tercos y obstinados, a la vez que tienen un umbral muy bajo de tolerancia a las frustraciones, con lo que insisten mucho hasta lograr lo que desean.
“Esto unido a sus estados de ánimos bruscos e intensos y a su temperamento impulsivo y fácilmente excitable, hace que creen frecuentes tensiones en casa o en el colegio. En general, son niños incapaces de estarse quietos en los momentos que es necesario que lo estén. Un niño que se mueva mucho a la hora del recreo y en momentos de juego, es normal. A estos niños, lo que les ocurre es que no se están tranquilos en clase o en otras tareas concretas”, describe la psicoterapeuta.
Personalidad manipuladora
La psicóloga Mónica Rivero asegura que generalmente los niños hiperactivos tienen una personalidad manipuladora desde muy pequeños y es desde ahí donde los padres tienen que ponerles reglas claras; es decir, no dejarse manejar por ellos, mantener una actitud firme, serena.
Cuando el niño tiene alrededor de tres años conoce perfectamente si puede manipular a los padres y sabe muy bien cómo lograrlo. En estos casos, añade, es un poco más prolongada la terapia porque se trata de una restructuración a nivel de los límites que hasta ese momento conocía el infante y un reaprendizaje por parte de los padres.
“Es importante que la terapia se realice antes de que el niño ingrese a la escuela primaria porque aquí sumarán la indisciplina, más los problemas escolares que suelen llegar a tener estos pequeños por falta de concentración”, recomienda Mónica.
Causas
La hiperactividad infantil es bastante frecuente, señala Ana Rosario, se calcula que afecta aproximadamente a un 3% de los niños menores de siete años y es más común en varones que en mujeres (en una relación de 4 a 1).
En el año 1914, el doctor Tredgold argumentó que las causas se deben a una disfunción cerebral mínima, una encefalitis letárgica en la cual queda afectada el área del comportamiento, de ahí la consecuente hipercinesia.
A su vez, Claudia agrega que puede deberse a múltiples causas, entre ellas: a un factor a nivel cerebral, ambiental o a una educación con falta de límites. Es por ello que cualquier estrategia que se aplique a un niño no es bueno para otros.
¿Qué se puede hacer?
La psicopedagoga Ángela Callaú manifiesta que la primera cosa que deben hacer los papás si sospechan que su niño es hiperactivo, es realizarle un estudio. “Muchos doctores bien intencionados prescriben simplemente drogas muy fuertes sin que el paciente haya sido evaluado por una psicopedagoga para determinar cuál es el problema realmente”, indica.
Remarca que existen diversas formas para controlar a los hiperactivos, entre ellas cita los tratamientos con estimulantes que suele normalizar la conducta de estos chicos hasta en un 70 a 90% de los casos, mejorando su autocontrol, sus relaciones con los otros y su autoestima. Asimismo, dice que hay otras estrategias en la que se deben combinar las terapias, entre ellas el apoyo del entorno como la casa y la escuela, autoseguimiento y apoyo emocional, entre otros.
“Como padres lo más recomendable es asistir a un especialista para que el niño reciba un diagnóstico adecuado y no así medicarlo si no es su caso. También es conveniente que sean constantes en el tratamiento, porque de esto dependerá el éxito del mismo como en todo tratamiento psicoterapéutico”, aconseja la psicopedagoga.
Recomendaciones
¿Cómo le convenzo para que se siente a hacer los deberes? ¿Qué le digo para que no se levante mientras come? ¿Hay alguna manera de ayudarle a mejorar sus trabajos? ¿Qué hago para que me escuche? Seguro que éstas y muchas otras preguntas han pasado mil veces por la cabeza de los papás. Las respuestas te las dan una serie de estrategias que Ángela detalla:
- Hay que empezar por reforzar que consiga estar sentado al menos cinco minutos. Según le vaya resultando más sencillo cumplir el objetivo, vayan aumentando el tiempo hasta que, finalmente, reciba el premio sólo si permanece toda la comida sin levantarse.
- El siguiente paso es acordar el premio o refuerzo. En este caso lo más apropiado es un sistema de puntos o fichas canjeables.
- Elaboren con su hijo una lista de cosas que le gustaría hacer o conseguir y pongan a cada cosa un valor en función de sus características: un caramelo dos puntos, media hora más con el ordenador ocho puntos, ir al cine 14 puntos, comprar un juguete determinado 20 puntos, etc.
- Ahora sólo queda ponerlo en práctica: cada vez que el niño cumpla el objetivo marcado refuérzenle con un punto y cuando desee canjearlos hay que darle la recompensa que le corresponda según acordaron.
“En el libro Nuestro hijo es hiperactivo pueden consultar otras técnicas que aplican estos mismos principios”, sugiere Ángela.
Enseñar a hacer mejor las cosas
Según la corriente cognitivista, la forma más adecuada de ayudar a un niño hiperactivo a resolver sus problemas correctamente es entrenarle en los pasos que debe seguir; es decir, darle estrategias para que sepa cómo actuar. Por ejemplo, mantener la atención es una habilidad casi automática en la mayoría de las personas, pero para un hiperactivo es todo un triunfo.
Para facilitarle esta tarea, prosigue Ángela, hay que enseñarle cómo se presta atención facilitándole una serie de instrucciones que resuman eso que hacen las personas cuando prestan atención (centrándose en lo importante, ignorando los estímulos irrelevantes, etc.). “En este caso estaríamos hablando de estrategias atencionales. Dicho así parece muy abstracto; sin embargo, lo pueden aplicar de forma particular a cada una de las tareas con las que tu hijo tenga dificultades”, afirma.
En la casa
Claudia Tórrez recomienda a los padres conocer el TDAH y sus síntomas, tanto para aceptar y entender a su hijo como para poder mejorar su relación con él y aplicar las sugerencias que reciban de los especialistas. Usar en casa las intervenciones educativas y conductuales apropiadas es clave en el desarrollo del niño, para lo cual necesitarán estar en todo momento asesorados por especialistas y en buena comunicación con el colegio para trabajar en sintonía desde las tres perspectivas: familia, colegio, especialistas.
En el colegio
El entorno escolar debe estar informado y conocer bien los síntomas del TDAH, tanto para asesorar a los padres en la derivación del niño a un especialista adecuado, como para comprender las necesidades específicas del niño. La colaboración entre colegio y familia es fundamental para lograr un éxito en la intervención de estos infantes. Además, en muchos casos necesitarán una valoración pedagógica que determine sus necesidades académicas y desarrolle un plan de intervención escolar, así como una valoración e intervención conductual que facilite su progreso en el colegio, finaliza Claudia.
¿Es lo mismo inquieto que hiperactivo?
- Aunque la inquietud es una característica habitual, sobre todo en los casos más extremos, esta conducta no es exclusiva del niño hiperactivo ni es tampoco necesaria para su diagnóstico.
- Está presente en muchos otros trastornos (ansiedad, depresión, trastornos del desarrollo, etc.), y el niño sano puede presentar un cierto nivel de inquietud normal por debajo de los 5 años.
Modelo de Autoinstrucciones
Una manera de hacer efectivas las estrategias atencionales es el modelo de autoinstrucciones que se debe practicar a diario y durante tantos días como sea necesario, hasta que tu hijo sea capaz de realizar el quinto paso de forma natural:
Modelado: Primero tienen que hacer los padres la tarea mientras van diciendo en voz alta los pasos que están siguiendo, mediante instrucciones claras y concisas.
Guía externa manifiesta: luego es el infante quien debe realizar la misma tarea mientras le ayudan repitiendo junto con él los pasos.
Autoguía manifiesta: el niño repite sólo las instrucciones, en voz alta, mientras hace la tarea.
Autoguía manifiesta atenuada: en vez de hablar en voz alta debe cuchichear las instrucciones.
Autoinstrucciones encubiertas: finalmente el niño realiza la tarea en silencio mientras se guía por las instrucciones a través del pensamiento.
Vía: El Deber
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