Teoría y práctica de la psicología política
Teoría y Práctica de la Psicología Política (Garzón, 2008,Informació Psicològica, n 93) es un resumen de las ideas expuestas en las jornadas profesionales sobre Retos y Dimensiones de la Psicología, celebradas en Alicante en Marzo del 2008, en un intento de responder al interés del Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valencia por potenciar el campo de la Psicología Política como un ámbito profesional que, hoy por hoy, es una asignatura pendiente de la Psicología política española.
En el artículo, se describe de modo general el campo de la Psicología Política como área de intervención con sus antecedentes, fechas y hechos relevantes convertidos con el tiempo en hechos constitucionales y, por último, unas áreas de investigación que hoy son campos profesionales del psicólogo.
1. Aportaciones de los psicólogos al campo de la política
Aunque la Psicología Política como tal no aparece hasta los años 70 del siglo XX, las aportaciones de los psicólogos al campo de la política han existido desde el comienzo de la propia Psicología. Los psicólogos, como otros científicos sociales, se han enfrentado a los acontecimientos económicos, políticos y sociales de gran envergadura que marcaron el siglo XX. La mayoría de los psicólogos pioneros han vivido dos guerras mundiales y el periodo de una guerra fría, que amenazaba con una tercera, también experimentaron los cambios sociales producidos la industrialización que revolucionó las mentalidades y cambió las instituciones básicas; la familia es un ejemplo representativo (Garzón, 2003). Y en medio de estos hechos, la Gran Depresión del 29, la aparición del modelo soviético y su posterior desaparición en los 90, el desarrollo de un modelo global junto al renacer de los localismos y el resurgir de los nacionalismos.
Los psicólogos respondieron a todos estos acontecimientos, haciendo aportaciones a su comprensión, que indudablemente forman parte de las respuestas de la Psicología a la vida social y política: hicieron Psicología política sin pretenderlo. Ejemplos que pueden resultar más llamativos, sobre todo para las nuevas generaciones de psicólogos, son las aportaciones de Tolman (Drives Toward War), Skinner (Walden Dos), Maslow (The Authoritarian Character Structure) y Lasswell (Psychopathology and Politics), pero también de Osgood, Eysenk o Lewin. Sus aportaciones responden a los acontecimientos que vivieron. En definitiva, las aportaciones de los psicólogos a la comprensión de los fenómenos sociopolíticos del siglo XX, están más allá de disciplinas formales. Son reflejo del interés de la Psicología por responder e intervenir en los problemas de su tiempo y del impacto personal de unos acontecimientos en las vidas de los académicos. O dicho de otro modo, estos autores mencionados y otros muchos hicieron aportaciones a una Psicología política que todavía no existía como tal.
2. La constitución del área de trabajo
Ahora bien, si hablamos de la formalización y reconocimiento oficial de la Psicología Política, entonces es obligado poner fecha de nacimiento, padres fundadores y textos que lo avalan. La constitución de la Psicología viene precedida por un proceso natural, más o menos espontáneo, que lleva su tiempo, donde las investigaciones están inconexas y los investigadores no tienen conciencia de formar grupo, pero que poco a poco van tomando cuerpo, hasta que las generaciones más jóvenes lo formalizan. En definitiva, la constitución de un campo de saber, no es el comienzo sino el producto, el resultado final de un trabajo previo. Y este hecho no es peculiar de la Psicología Política, sino que se produce en cualquier campo de la ciencia.
En el caso de la Psicología Política Internacional, este proceso natural tiene su punto más álgido en los años 30, una de las épocas más comprometidas de la Psicología. Un período de acontecimientos económicos de envergadura (Gran Depresión), sociales (la sociedad de masas y su nueva cultura) y también de los acontecimientos políticos (la confrontación de modelos políticos, competición de naciones y el alza de ideologías extremas como el nacionalsocialismo alemán). Es la época en la que aparecen asociaciones de psicólogos comprometidos con su entorno, cuando nace en 1936 la Sociedad para el Estudio Psicológico de los Problemas Sociales (SPSSI, Society for Psychological Study of Social Issues) y poco después una revista a través de la cual difunden y canalizan sus ideas y aportaciones, el Journal of Social Issues.
En España, sin contar los antecedentes de las generaciones anteriores a la guerra civil (Garzón, 1994), este proceso es más tardío y menos visible; en el contexto específico de la Psicología debemos remontarnos a los años 50 y al trabajo de José Luis Pinillos en el contexto del Consejo Superior de Investigaciones, a su colaboración con Eysenck y sus estudios sobre actitudes sociales básicas, sobre las preferencias nacionales (1960) y, sobre todo, la adaptación de la escala F del grupo de Berkeley -éste último trabajo seguido y ampliado por J. Seoane en Santiago de Compostela y posteriormente en Valencia-. También son pioneros los trabajos de Rodríguez Sanabra y de Burgaleta.
En los ambientes sociológicos, J.R. Torregrosa y F. Jiménez Burillo inician investigaciones sobre las orientaciones políticas de los trabajadores y la alineación política respectivamente. Ya por los 90, se realiza el primer encuentro de psicólogos políticos españoles, bajo la iniciativa de J.Seoane y A. Rodríguez, así como reuniones posteriores más específicas como las propiciadas por Villareal o Morales (un panorama general de la evolución de la Psicología Política en España puede verse en Garzón, 1993, 1999 y en Dávila, 1998).
El otro referente tradicional de la formalización de un campo es la aparición de manuales. En el caso de la Psicología Política de EE.UU, estos manuales aparecen por los años setenta bajo iniciativa de dos mujeres: Jeanne Knutson publica un colectivo, Handbook of Political Psychology, sentando las bases y definición de lo que es y debe abarcar la Psicología Política como campo de aplicado; y en 1986, Margaret Hermann publica Political Psychology, en un intento de poner al día la labor iniciada por Knutson. Ya en el 2003 D. Sears, L. Huddy y R. Jervis publican, Political Psychology, un tercer manual que pretende ser una actualización de los anteriores. Y en medio, tiene lugar la aparición en 1978 de la International Society of Political Psychology (ISPP).
En el caso español, los datos fundacionales se producen una década más tarde, pero la pauta de consolidación no es muy distinta de la descrita en el caso de los EE.UU. De hecho, los trabajos iniciales de J.L. Pinillos sobre actitudes sociales y políticas tuvieron su continuación en distintos frentes. A nivel formal, el primer manual de Psicología Política, realizado por psicólogos españoles, se publica en 1988 por J. Seoane y A. Rodríguez. Después, distintos autores publican nuevos textos, centrados en campos de intervención específicos (Pastor, 1986; Villareal, 1989; Sabucedo, 1996), y se celebran diferentes congresos de Psicología Social, que, aunque con variaciones, dejan en su estructura temática un espacio a la Psicología política. Por último, en 1990 aparece la revista española Psicología Política, dirigida por A. Garzón y configurada en sus distintos comités de dirección por psicólogos españoles, europeos y norteamericanos.
3. Áreas de intervención de la Psicología Política
Los ámbitos de intervención y profesionalización de la Psicología política están orientados por tres grandes rasgos que han definido el nacimiento, desarrollo y evolución del campo.
El primer rasgo es la diversificación de enfoques y perspectivas. Una característica derivada no sólo del carácter interdisciplinar del campo, sino también por adquirir características peculiares en función del ámbito geográfico en el que se desarrolla.
Un segundo rasgo es su pluralismo metodológico. Aunque en sus comienzos estuvo marcado por el psicoanálisis y la psicohistoria como método (Garzón, 1988), lo cierto es que a partir de los años 50 se desarrolla todo tipo de metodologías y de técnicas de análisis (clínica, experimental, simulación, correlacional, etc.), donde se incluyen desde los tests psicológicos hasta los estudios a distancia, pasando por las escalas de actitudes.
El tercer rasgo, en parte consecuencia de lo anterior, es la ausencia de integración temática. En función del predominio de unos profesionales u otros, del ámbito geográfico y de las peculiaridades políticas de los países, los temas cambian y es difícil llegar a una integración, salvo a nivel muy abstracto; esto es, las relaciones entre los procesos psicológicos y los políticos. De hecho, mientras que en los EEUU ha primado más la intervención del científico político y del psiquiatra, en el mundo latinoamericano ha contando más la presencia de los psicólogos comunitarios, y en España habría que decir que existe un claro predominio del psicólogo social y, aunque menos, de los psicólogos de la personalidad. Mientras que en la Psicología política estadounidense ha existido un predominio de los estudios del liderazgo y personalidad política, en España el tema hasta hace muy poco fue el de las ideologías y los nacionalismos y, en el caso latinoamericano, ha predominado el estudio de la violencia y trauma político.
Sin embargo, esto no impide que existan algunas áreas consolidadas y compartidas, bien por el hecho de haber constituido un problema político relevante durante mucho tiempo en diversos países (es el caso de las ideologías y actitudes políticas, el poder y las relaciones internacionales, o el propio campo de la personalidad y el liderazgo político), bien porque han sido objeto de reflexión en los momentos claves de estabilización del modelo democrático (participación política y socialización política), o bien porque son específicas de momentos coyunturales, que sufren vaivenes, no solamente en su relevancia sino en los factores que las rodean; el ejemplo más representativo es el campo de los movimientos de protesta y acción política.
Existen siete grandes áreas en las que los psicólogos trabajan de forma continua. Cada una requeriría una explicación pausada de su contexto, teorías y fenómenos analizados, algo que se escapa a la pretensión de este resumen, pero baste decir que en la actualidad han dado lugar a la actividad profesional del psicólogo político:
1. Ideologías y actitudes políticas.
2. Personalidad y liderazgo político.
3. Participación política.
4. Movimientos Sociales.
5. Poder y relaciones internacionales.
6. Socialización política.
7. Medios de comunicación y Opinión pública.
Estas y otras áreas, que van apareciendo, se pueden enmarcar en una estructura de dos dimensiones; la primera política y la segunda psicológica. Los psicólogos políticos han formulado su intervención profesional en función de su manera de entender ambas dimensiones.
La dimensión política puede verse desde dos sensibilidades, que no son incompatibles, pero sí diferentes: la política como juego de poder, como institución, o como acción colectiva de influencia. Si hablamos de poder, las ideologías, su influencia en las actitudes y el liderazgo son temas centrales; si hablamos de la política cívica los temas se relacionan con la participación, la socialización y los medios de comunicación.
La dimensión psicológica también presenta dos sensibilidades: la conducta política individual (donde la personalidad política y la conducta política individual son temas primordiales) o la conducta participativa y, por tanto, colectiva (la participación convencional y no convencional, los movimientos sociales y la acción política son ahora las áreas relevantes).
4. Conclusiones
Sin embargo, bajo esa presentación general y de carácter divulgativo, la autora busca replantear el sentido de este campo de intervención y adaptar las viejas ideas a los nuevos tiempos. En este sentido, resalta que la Psicología Política, más allá de las disciplinas y titulaciones, que ya no se acoplan a los tiempos actuales académicos y sociales, se puede interpretar como un recurso de la Psicología para poner en acción el conocimiento desarrollado, de forma que los psicólogos políticos, como expertos en las relaciones entre lo político y lo psicológico, realicen aportaciones que: 1) permitan comprender y predecir la dinámica de los procesos políticos, 2) desarrollen instrumentos de mejora de las instituciones políticas y, 3) acerquen la Psicología a la sociedad, los políticos a los ciudadanos, y a éstos con la vida pública.
La asignatura pendiente de la Psicología Política española está en manos de las nuevas generaciones de psicólogos, de ellos depende que el desarrollo profesional de la Psicología política se concrete en áreas específicas de trabajo para el psicólogo político. Su orientación dependerá de su sensibilidad política y psicológica, así como de su habilidad para hacerse visibles y necesarios en la sociedad y sus instituciones políticas.
El artículo original en el que se basa este trabajo puede encontrarse en la revista Información Psicològica:
Garzón Pérez, A. (2008). Teoría y práctica de la Psicología Política. Informació Psicològica, 93, 4-25.
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