'Si tienes un hijo adolescente y cedes al "a Fulanito le dejan y a mí no", estás perdido'
“La vida no es justa, acostúmbrate”. Con esta frase de Bill Gates recibe Sònia Cervantes a los adolescentes que llegan cada día a su consulta. Admite que a ellos no les hace mucha gracia pero “es lo que hay”. La psicóloga ha saltado a la fama gracias al programa televisivo ‘Hermano Mayor’, de Cuatro, un espacio en el que el ex jugador de Waterpolo Pedro García trata de llevar por el buen camino a adolescentes con los que la convivencia resulta difícil.
Cervantes ha plasmado todas sus experiencias en este ámbito en ‘Vivir con un adolescente’, un manual dirigido principalmente a padres y educadores en el que da las claves para ayudar a afrontar las dificultades que les van surgiendo durante esa etapa en la que ven que su dulce retoño desaparece para encontrarse con un ser que les lleva la contraria, reclama su espacio, impone sus normas…
Hay una definición que dice que la adolescencia es una “enfermedad que sólo se cura con el tiempo" ¿Estás de acuerdo?
No me gusta nada. De hecho, la intención del libro es acabar con el mito del adolescente problemático. El adolescente no lo es más de lo que lo puede ser un adulto, lo problemático es cómo nos relacionamos con ellos. La adolescencia sólo es una época de cambios y de construcción.
¿En qué consisten esos cambios y esa construcción?
Es una época de tránsito en la que el niño ya no lo es pero tampoco un adulto. Es un individuo en el limbo pero con características de personalidad, con identidad, definido en sí. Un adolescente sabe lo que es, lo que le gusta y lo que no y tiene una personalidad más o menos definida pero está en terreno pantanoso. Hay una serie de características que son típicas de la adolescencia de toda la vida: la rebeldía, la rebelión contra la autoridad… El no saber llevar bien esos aspectos es el problema.
¿Hay alguna señal que haga darse cuenta a los padres de que su hijo acaba de entrar en la adolescencia?
Cuando empiezan a aislarse, cuando ya no están en las falditas de mamá ni en los bracitosde papá como cuando eran pequeños, ya no les reclaman. Ves que tu hijo se ha hecho adolescente cuando se distancia de ti. Está buscando su propia identidad y eso no debería ser un distanciamiento conflictivo. El adolescente que tiene problemas es el que tiene trastornos de comportamiento, que ha abandonado los estudios, que tiene problemas de adicción o que no tiene herramientas suficientes para hacer frente a las dificultades que pueden aparecer a lo largo de su vida. Pero el 80% de los adolescentes pasan con absoluta normalidad.
Y ese aislamiento del que hablas, ¿cómo lo tienen que afrontar los padres?
Como algo normal a no ser que aparezcan señales de alarma como un comportamiento agresivo, ansiedad, cambio de hábitos a la hora de comer, de dormir... Entonces sí hay que actuar, pero el hecho de que estén más aislados que cuando eran pequeños es normal porque están construyéndose, buscando su identidad.
Ante esos comportamientos más agresivos o problemáticos, ¿cómo han de actuar los padres?
Lo primero hablar pero no sermonear ni culpabilizar, lo que tienen que demostrar siempre es interés y preocupación. El mensaje sería: “Me interesas mucho, he visto un cambio en ti y estoy preocupado”. Es común que se cometa el error de ir de padre policía, de sermonear… porque consideran que esa actitud es inadmisible. Cuando hay actitudes inadmisibles tiene que haber una consecuencia para el adolescente, pero antes de llegar a eso ha tenido que haber un clima de comunicación. Los adolescentes quieren lo que quiere cualquier persona, ser aceptados, comprendidos y queridos y se quejan justamente de “mis padres no me quieren”, “ no me entienden”, “no me aceptan”. Ahí se está produciendo problemas de comunicación.
Existe una creencia bastante generalizada de que los padres están perdiendo autoridad, ¿tú estás de acuerdo?
Los padres de las generación actual de adolescentes, muchos, son fruto de un modelo educativo muy pernicioso que era el exceso de autoridad: el “porque yo lo digo, te callas y punto”, el reglazo en la mano... Como no quieren que sus hijos pasen por eso, se han ido al otro extremo. El adolescente del día de hoy no dista del de generaciones anteriores. No es que hayamos perdido autoridad, es que educamos en el miedo a que sufran y tienen que aprender a sufrir. Muchos padres dicen: “Yo no quiero que mi hijo sufra lo que yo he sufrido”. Pues no, lo que le tienes que dar son herramientas para que aprenda a afrontar ese sufrimiento.
Entonces ¿la sobreprotección sería el error más común que cometen los padres?
Sí, en la mayoría de los casos lo que más observo es el exceso de sobreprotección. Hay dos variables que cuesta mucho gestionar: el tiempo y la paciencia. No se les dedica el suficiente tiempo, vamos todos muy acelerados, y se pierde la paciencia con facilidad. En 'Hermano Mayor' la mayoría de los padres reconocen que no han puesto normas, ni límites. Normalmente la sobreprotección es la que lleva a la conducta tirana por parte de los adolescentes. No son tiranos pero su comportamiento sí que lo es. Son los 'príncipes' de la casa desde que nacen y claro, tú pasa de una anarquía absoluta a un régimen dictatorial, cualquiera se rebelaría.
Hay un argumento que creo que la mayoría utilizó de adolescente y es el “a Fulanito le dejan y a mí no". ¿Hay que ‘ceder’ ante esa presión para que tu hijo no sea el ‘rarito’ del grupo?
Desde luego que no, si contradice las normas que hay en tu casa, no puedes caer en eso o estás perdido. Hay que dejarle claro que las normas de casa del otro son distintas a las de la suya y que si las incumple va a tener consecuencias. En eso te tienes que mostrar inflexible porque si te convencen con ese argumento has perdido toda autoridad, ahora los que mandan son los padres del otro. Te desautorizas y abres la veda para que a partir de ese momento el argumento que usarán será siempre el de “aFulanito le dejan”, aunque no sea verdad.
También está la otra variante, la de “es que papá me deja y tú no” y viceversa...
Es un error grave, los padres tienen que hacer equipo, tiene que haber comunicación entre ellos. Siempre que una norma o un límite lo he pactado no es negociable. Tiene que quedarle claro que hay cosas que no son negociables.
Hay veces que en el programa de Hermano Mayor aparecen adolescentes que es difícil creer que sean así de verdad. ¿Existen o las reacciones se ven magnificadas por la televisión?
Siempre digo lo mismo, las personas que nos hacen esas preguntas son unos privilegiados porque no lo han vivido. Sí hay gente así, muchas personas nos escriben y nos dicen que nos comprenden perfectamente, que están pasando por eso. Hermano Mayor es una terapia televisada.
Comenzabas dando las claves de cómo descubrir que un niño ha entrado en la adolescencia, ¿en qué momento los padres pueden suspirar de alivio y decir: “ya la ha pasado”?
Yo creo que cuando sus hijos tienen capacidad de autocrítica, cuando surge el “párate y piensa”, cuando son capaces de escoger entre lo que quieren y lo que les conviene y no sólo escogen lo que quieren. Ahí podemos decir que está empezando a madurar.// La información (COM)
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